Querida yo, esto también pasará

Recuerdo un momento en mi vida que parecía insuperable: ser madre soltera, sin un apoyo real y con una hipoteca que me quitaba el sueño. Me sentía perdida, sin rumbo, con un niño pequeño al que cuidar y una vida que parecía no darme tregua. ¿Cómo seguir adelante cuando todo pesa tanto? Esa era mi pregunta diaria.

Un día, agotada de luchar contra todo, me miré al espejo y decidí algo: si no encontraba la fuerza en los demás, tendría que buscarla dentro de mí. Y ahí empezó todo.

La resiliencia no llegó de golpe. Fue un proceso, un paso tras otro. Pedir ayuda a mis padres para tener un techo seguro, buscar trabajo sin descanso, aceptar cualquier oportunidad que me permitiera mantener a mi hijo. Fueron pequeños actos de valentía que, en su momento, parecían enormes montañas.

Aprendí a soltar lo que no dependía de mí: el pasado, los “qué habría pasado si…”. En su lugar, me centré en lo que sí podía cambiar. Y sí, lloré muchas veces, pero cada lágrima me enseñó algo: que no estaba rota, que solo necesitaba tiempo para reconstruirme.

Hoy te dejo esto, por si estás en tu propio huracán:

  1. Reconoce tus emociones. No está mal sentirte cansada, enfadada o triste. Todas esas emociones tienen algo que enseñarte.
  2. Un paso a la vez. No te enfoques en todo lo que parece imposible. Haz lo que puedas hoy, aunque sea algo pequeño.
  3. Rodéate de lo que te nutre. Puede ser una conversación, un libro o simplemente respirar cinco minutos a solas.

Querida tú, recuerda que incluso cuando todo parece oscuro, tú eres capaz de crear tu propia luz.

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