Querida yo, tu intuición ya tiene las respuestas
Hay un ruido constante que nos rodea. Opiniones, consejos, críticas… a veces parece imposible escuchar nuestra propia voz en medio de todo eso. Durante mucho tiempo, yo misma me dejé llevar por lo que otros pensaban que era mejor para mí. Pero cuanto más intentaba encajar en esas expectativas, más lejos me sentía de mi verdad.
Fue entonces cuando descubrí algo poderoso: esa sensación en el estómago, esa voz bajita en la cabeza o en el pecho, siempre había estado ahí. Mi intuición. Pero no la escuchaba, porque dudaba de mí misma.
Aprender a escuchar mi intuición fue un acto de reconexión conmigo. No siempre fue fácil; a veces esa voz decía cosas que no quería escuchar. Pero con el tiempo entendí que la intuición no grita, no exige, solo susurra lo que ya sabes en el fondo.
¿Cómo aprendí a confiar en mi intuición?
- Silenciando el ruido externo. En momentos de duda, aprendí a desconectar de las opiniones externas y darme el espacio para escucharme a mí misma. A veces, una simple caminata sola o unos minutos de silencio son suficientes.
- Practicando el “¿qué siento?”. En lugar de preguntarme “¿qué debería hacer?”, comencé a preguntarme: “¿qué siento al respecto?”. Esa pregunta me ayudó a conectar con mi verdad, incluso si no tenía toda la lógica del mundo.
- Dándome permiso para equivocarme. No siempre acerté, pero cada vez que seguí mi intuición, me sentí más auténtica. Y cuando me equivoqué, aprendí que escucharme sigue siendo mejor que ignorarme.
Querida tú, tu intuición no te promete un camino sin errores, pero sí te garantiza un camino más alineado contigo misma. Escucha esa voz. Pregúntate: “¿Qué necesito hoy? ¿Qué me dice mi interior?”. Y cuando tengas la respuesta, atrévete a confiar en ella.
Hoy, haz este ejercicio: escribe una decisión que tengas que tomar y siéntate en silencio unos minutos. Escucha lo que sientes al respecto. Luego, escribe lo que tu intuición te dice. Confía en que ya tienes la respuesta dentro.
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